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una mente colonizada

Una mente colonizada.

una mente colonizada: la mujer africana

Una mente colonizada. En este caso hablamos de la mujer, y el impacto del colonialismo en el concepto de “mujer” en África.

Cuando se piensa y se habla del feminismo y de los derechos de igualdad y equidad de las mujeres en el mundo, se pretende unificar a todas las mujeres bajo el mismo concepto y bajo la misma lucha.

Sin embargo esto no es posible, no es posible universalizar los discursos de las mujeres blancas occidentales.

Cada comunidad dentro de cada raza, tienen sus propios problemas y la solución no tiene por qué ser la misma. De hecho, no es la misma solución por que su mente no esta ni ha sido colonizada.

Efectivamente las mujeres están oprimidas universalmente. Dentro de esa lucha la mujer africana debe luchar primero por eliminar la colonización de su mente para después descolonizar su colectivo femenino.

Antes de la colonización en África el género no era determinante a la hora de alcanzar privilegios, pero si lo eran la clase social o la edad.

El colonialismo supuso no solamente un control sobre las personas y sus propiedades sino también sobre sus mentes.

Tras siglos de sistemático “lavado mental” y de campañas destinadas a degradar todo lo proveniente de África, nuestros cánones de belleza cambiaron, al igual que nuestras religiones.

Y con este cambio se consiguió demonizar todo lo hermoso de nuestros rasgos físicos como son los labios gruesos, la nariz chata o las grandes caderas.

De forma sistemática se nos fue “mostrando” lo “feo de nuestra raza” y consiguiendo una mente colonizada y lo mas importante, una mente colonizada y compartida por la mayoría de nosotras.

Este cambio también afecto a nuestra percepción fundamental de la mujer en la sociedad africana. Con la llegada de los ingleses, la élite africana se apropió de los roles occidentales y del concepto de mujer.

Cuando la sociedad occidental trata de definir a la mujer africana, definen lo que no son las mujeres occidentales, pues cuando hablamos del otro también nos definimos a nosotros. O eso dicen.

En los escritos actuales se define a las mujeres africanas como subordinadas a los hombres de su familia, en un grado mayor que las mujeres de otras razas cuando el hecho es el mismo.

Pero parece como si nosotras nos lo mereciéramos, nos lo hubiéramos buscado o más bien, es lo que deseamos.

En el áfrica pre colonial las mujeres eran reinas- madres, reinas hermanas, princesas, jefes y titulares de altos cargos en comunidades grandes y pequeñas.

Ejercían actividades como la participación en la organización de las comunidades, el proceso de toma de decisiones, la participación en rituales y una fuerte presencia en la economía.

En muchos casos ejercían autoridad en paridad a los hombres y en ocasiones sobre los hombres.

La historia del poder de las mujeres en el África precolonial esta oscurecida por las ideologías patriarcales occidentales, que han inducido en el imaginario colectivo, la idea de la mujer africana como bestia de carga, vendida al mejor postor para el trabajo reproductivo.

Lo que quiero dejar claro en este artículo es que las mujeres de África no fueron participantes pasivas sino activas en la elaboración de su propia historia. En muchas ocasiones desempeñaron papeles importantes en los procesos religiosos, políticos, sociales y económicos de sus comunidades.

Las líderes políticas femeninas eran tan comunes como los gobernantes masculinos; y las mujeres, y el principio político femenino, eran fundamentales para el funcionamiento fluido de sus sociedades.

Hoy en día se habla del papel de la mujer en la sociedad, y se pretende delimitar o cuando menos establecer los roles que éstas deben seguir, de forma generalizada para todas las mujeres.

En la época precolonial ese papel lo establecía la propia sociedad, y en cada comunidad las mujeres tenían sus propios roles, que eran diferentes al de otras mujeres en otras comunidades.

La mujer africana debe primero descolonizar su mente.

La mujer africana debe acabar con  la idea de que su poder murió. Basta con ahondar en nuestro interior. Volver la mirada a nuestros ancestros. Buscar la historia de nuestras madres, nuestras abuelas, bisabuelas, y de toda la larga estirpe de mujeres cuyo poder y presencia continúan en todas y cada una de nosotras.

La mujer africana de hoy es la heredera de la guerrera de ayer.

En nosotras descansa  la responsabilidad del legado tan grande recibido y de transmitirlo con orgullo a la siguiente generación.

Debemos recordar lo que en verdad somos, unas guerreras. Solo a partir de ahí podremos empezar a hablar de la libertad de la mujer africana.

Debemos aprender que no luchamos por lo mismo. Ningún motivo es superior al otro, pero nosotras tenemos una historia que recuperar, donde no siempre estuvimos en una posición de inferioridad.

 

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